El año que acabamos de cerrar ha sido muy agitado políticamente. El resultado de los varios procesos electorales ha mantenido en vilo a buena parte de la población, en un contexto económico general que anuncia una próxima crisis y nuevos ataques contra los derechos de la mayoría trabajadora de nuestro país, apunta hacia la conformación, por primera vez en décadas, de un Gobierno central de coalición.
La coalición socialdemócrata del PSOE y UP, apoyada en mayor o menor medida por una larga lista de partidos y coaliciones de carácter regionalista y nacionalista periférico, va a tener que gestionar el capitalismo español en un momento de gran complejidad, dado no sólo el escenario económico doméstico sino también las turbulencias económicas y geopolíticas que se están produciendo a nivel europeo y mundial.
Las complejas negociaciones para la investidura, especialmente con Esquerra Republicana de Catalunya, son una buena muestra de lo que va a suponer la actual legislatura, cuya duración nadie puede garantizar porque son muchos y muy variados los intereses representados por las distintas fuerzas que apoyan, en uno u otro grado, al tándem Sánchez-Iglesias.
Un gobierno de coalición socialdemócrata en minoría, apoyado por fuerzas diversas y en un contexto económico malo, jamás va a poder llevar a cabo las promesas de recuperación de derechos para la mayoría trabajadora que, supuestamente, conforman una parte importante de su acuerdo de gobierno.
Incluso aunque el escenario económico fuera mucho más optimista para los capitalistas, la tendencia actual y la correlación de fuerzas apuntan a una cada vez mayor desregulación de las relaciones laborales, a una acelerada entrada del capital privado en los servicios públicos y a la consolidación de unas bases firmes para el incremento de la tasa de explotación.
El PSOE, a pesar de su retórica, siempre se ha plegado a los intereses del gran capital cuando así se le ha exigido. Ejecutó sin miramientos las políticas de desindustrialización y recortes sociales que en cada momento exigían los grandes capitalistas y la UE. Y no lo hizo obligado, sino compartiendo plenamente la necesidad de esas medidas que destruyeron decenas de miles de puestos de trabajo, destrozaron a comarcas enteras y aceleraron la transformación de muchas provincias en eso que ahora llaman la “España vaciada”.
Unidas Podemos, con este pacto, cumple el objetivo que en su día tuvieron los dirigentes más oportunistas de Izquierda Unida pero que jamás consiguieron a nivel central, aunque sí a nivel municipal y autonómico y cuyos resultados cualquiera puede comprobar. Convertirse en sostén del PSOE, en pata izquierda de un Gobierno que ejecutará nuevos recortes y nuevos ataques contra los derechos laborales, parece un resultado muy lejano de aquellos postulados iniciales que perseguían, supuestamente, “tomar el cielo por asalto”.
Las limitaciones del nuevo Gobierno van a poder verse con rapidez. Tras un primer momento en que intentarán garantizarse el apoyo de sectores obreros y populares con medidas cosméticas y pequeños retoques a la legislación laboral, se comprobará que la gestión capitalista no puede garantizar —ni mucho menos recuperar— unas condiciones de vida y trabajo dignas para la mayoría trabajadora.
Por es fundamental que el PCTE se desarrolle con rapidez, se convierta en el Partido Comunista que necesitan nuestra clase y nuestro pueblo, porque sin un PC fuerte e independiente el descontento y la frustración que generará la gestión socialdemócrata pueden derivar hacia el polo chovinista y reaccionario que se está radicalizando en España y en otros países.
Es necesario que el PCTE esté en las mejores condiciones para explicar a la clase y al pueblo los porqués de su situación, para explicar quiénes son los culpables de la pérdida constante de derechos y que es el sistema capitalista en su conjunto el que supone una amenaza para sus condiciones de vida y trabajo, y para, finalmente, proponer la alternativa socialista-comunista como única posible, para cuyo triunfo es necesario el mayor grado de conciencia y organización en el seno de la clase.
Esa capacidad de explicación sólo se incrementa si el Partido tiene una presencia real en el movimiento obrero y sindical, una verdadera influencia en las organizaciones del movimiento obrero y del movimiento popular, si está implantado en los centros de trabajo y en los barrios, y si es capaz de comunicarse más y mejor con todos los sujetos llamados a conformar la alianza social que derrocará al capitalismo en España.
Por eso el Nuevo Rumbo que hoy tienes en tus manos tiene más páginas y más contenidos. Queremos que sirva más y mejor como herramienta para la batalla política e ideológica contra los defensores del capitalismo. Esperamos que los datos y argumentos ofrecidos en estas páginas sirvan a los lectores para responder a quienes nos piden confianza con palabras bonitas, pero luego mantienen intacta nuestra explotación, para llegar a la conclusión de que la única alternativa que tenemos es construir un país sin capitalismo en un mundo sin capitalismo.