El 28 de septiembre se celebra el Día Internacional por la Despenalización del Aborto. Una jornada en la que salimos las mujeres a las calles a exigir nuestro derecho a decidir libremente sobre nuestro cuerpo, nuestra maternidad y a pedir que se cumplan nuestros derechos sexuales y reproductivos.
En el mundo millones de mujeres sufren abortos en la clandestinidad y bajo riesgo, incluso, de morir. Y esto afecta especialmente a las mujeres trabajadoras, aquellas que por diferentes motivos no pueden permitirse una clínica privada.
Se protege el derecho a la vida solo cuando los hijos e hijas de las mujeres trabajadoras no han nacido, pero una vez vienen al mundo, se olvidan completamente de los mismos. Debemos defender tanto nuestro derecho a ser madres como a no serlo, debemos defender nuestro derecho a tener descendencia cuando decidamos… Pero no debemos olvidarnos de que nuestra decisión de no tener hijos o hijas también debe ser aceptada y se debe garantizar poder abortar en centros públicos sin ningún tipo de perjuicio para nuestra salud.
Hace 100 años en la URSS y desde hace más de medio siglo en Cuba el aborto es legal y se realiza en clínicas públicas, con todas las garantías que el Estado proporciona para que la mujer no pase por un proceso traumático.
El capitalismo, en cambio, privatiza la sanidad. La legislación que este sistema nos ofrece no hace más que beneficiar a las clínicas privadas. El sistema capitalista desgarra a la clase obrera y hace que las condiciones de vida de las mujeres trabajadoras sean cada día peor: si te quedas embarazada, te arriesgas a que te despidan; si abortas por miedo a perder tu puesto de trabajo, te criminalizan; si no puedes pagarte una clínica privada, tienes que dar a luz a una criatura que no sabes si tienes posibilidades de mantener.
La cuestión de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres afecta a toda la sociedad, no son un asunto individual de cada mujer. Estos derechos son colectivos, son una cuestión de clase. En los países socialistas los tienes garantizados como mujer trabajadora, en el sistema capitalista, se te explota, se te humilla, se te maltrata, por el hecho de ser mujer y pertenecer a una clase específica. Los derechos sexuales y reproductivos, la sexualidad, es algo completamente político.
Cualquier reforma en la legislación burguesa sobre el aborto ha dejado siempre de lado la salud sexual y reproductiva… ¿Cómo se pretende evitar embarazos no deseados, enfermedades de transmisión sexual…? ¿Cómo se pretende prevenir si los métodos anticonceptivos están fuera de la sanidad pública o no existe educación sexual en el sistema público de educación?
El aborto, el derecho a decidir sobre nuestra propia maternidad, nunca será un derecho dentro del sistema capitalista, siempre va a ser un negocio para garantizar los beneficios privados, es un espacio de acumulación del capital.
Sigamos el ejemplo de aquellos y aquellas que lucharon y luchan por el derecho a una sexualidad libre, placentera y sin riesgos, sigamos el ejemplo de países como Cuba o la desaparecida URSS por nuestros derechos sexuales y reproductivos como mujeres trabajadoras.
Luchemos por la inclusión de nuestra salud sexual y reproductiva en la sanidad pública, por la despenalización del aborto. La mejor garantía para que esto ocurra, es luchar hasta que la clase obrera llegue al poder.