Pensar en la casualidad o que es algo natural que los datos de las profesiones que mayoritariamente ocupan las mujeres en nuestro país, sean empleadas domésticas, maestras, cuidadoras de niños, cuidadoras a domicilio, auxiliares de enfermería o limpiadoras, es cuando menos, inocente.
El papel de la mujer en su incorporación a la producción es, y ha sido durante el desarrollo del capitalismo, con un carácter subsidiario, como ejército industrial de reserva. En resumidas cuentas, poco, (solo cuando interesa su incorporación al sistema de producción capitalista), y precario, (con un menor precio de su fuerza de trabajo). Pero no siempre fue así. ¿Seguimos pensando en casualidad? Seguro que ahora no; entonces, ¿a qué responde esta división sexual del trabajo tan clara y objetivamente injusta que se perpetúa durante años y años y nunca cambia? Ni más ni menos que a los intereses de un sistema de producción al que esto le resulta útil.
Un sector que sabe mucho de esto, y tiene la lección aprendida, es el sector del telemarketing, o de los Call Center; caracterizado en cualquiera de sus versiones, por unos salarios de miseria (y el percal no está para tirar cohetes precisamente), en donde la mayor parte de los trabajadores son mujeres, ya que los ingredientes favoritos del menú capitalista, campan a sus anchas en este sector, favoreciendo las condiciones objetivas para que así sea; plantillas que, en la mayoría de los casos, trabajan a tiempo parcial, temporalidad e inestabilidad laboral, con las consecuencias que eso pueda tener en el plano emocional; vemos como las condiciones que afectan a estas trabajadoras, sean de donde sean o vengan de donde vengan son las de ERES, cierres masivos, estrés laboral, flexibilidad, cumplimientos de objetivos y un sinfín de condiciones, que hacen de este sector un caldo de cultivo para la explotación, donde también tienen cabida, eso sí hay que admitirlo, los hombres que lo deseen; el capitalismo es muy solidario, no deja a nadie fuera del paraguas de la explotación.
Oímos a menudo hablar de conciliación, de igualdad, de protección a las trabajadoras, y pocas veces se analizan las causas reales que llevan a que estas situaciones se den; este sector es un ejemplo claro, pero podemos elegir el que queramos, ya que el origen es el mismo: las condiciones socioeconómicas en las que se desenvuelve. Es por ello, que la lucha por la erradicación de todas las contradicciones sociales, ideológicas o culturales, que discriminan a las mujeres en cada ámbito de su vida, deben ir unidas a la lucha por la erradicación de la contradicción principal, lo contrario sería como querer quitar una sombra con pintura, y no darnos cuenta de que la causa es el sol.
Las mujeres de la clase obrera tenemos claro, y así lo demostramos en la práctica, que la cuestión de la mujer no es independiente de la lucha de clases. Es por ello, que en cada centro de trabajo nos organizamos con los trabajadores de nuestra clase, para mejorar las condiciones de nuestro convenio, para apoyarnos cuando las jornadas nos agotan, o cuando tenemos que ir a trabajar preocupados porque nuestros hijos están enfermos; porque las mujeres de la clase obrera que trabajan en los Call Center, se organizan con sus compañeros, durante las luchas y huelgas que ha mantenido el sector por mejorar las condiciones de trabajo y por un convenio digno; porque las mujeres de la clase obrera que trabajan en los Call Center tienen la gran fortuna de pertenecer a una clase que camina orgullosa y es muy necia; tiene la necedad como decía Silvio Rodríguez de vivir sin tener precio; al igual que las empleadas domésticas, maestras, cuidadoras de niños, cuidadoras a domicilio, auxiliares de enfermería o limpiadoras y un largo etcétera.
¿Colgamos la llamada al capitalismo?