Aunque López Obrador insiste en que encabeza un cambio de régimen lo cierto es que hace todo por la restauración del viejo régimen, aquel que conocimos como el PRI-Gobierno, es decir el surgido de la Revolución democrático-burguesa de 1910.
Por más de 70 años el principal soporte de la dominación estatal burguesa fue la ideología de la Revolución Mexicana, una posición política que postula que la Unidad Nacional es la fuerza que permite el progreso de México. En tal posición se parte de una versión de la historia en que lo importante es la independencia y soberanía y que en el devenir ese objetivo unifica a las distintas clases por encima de antagonismos, es decir apelando siempre a la conciliación interclasista para explicar el pasado y para actuar en el presente y el porvenir. Por ello les es preciso colocar dentro del mismo proceso y con los mismos fines a Zapata y Villa junto a Madero, Carranza, Obregón, Calles y Cárdenas, aunque como sabemos en la guerra civil de 1910-1919 expresaban distintos intereses de clase, y aunque combatieron a un enemigo común (Porfirio Díaz y luego Victoriano Huerta) también combatieron entre si, pues tenían objetivos irreconciliables.
López Obrador se ampara en esa visión de la historia, y tiene los mismos fines que la burguesía del régimen anterior que dice negar pero que restituye a cada paso: apaciguar el conflicto socioclasista y ofertar la paz social como principal garantía a los monopolios para un periodo de estabilidad y ganancias.
El 10 de abril se cumplen 100 años del asesinato en Chinameca de Emiliano Zapata, jefe político y militar del Ejército Libertador del Sur, expresión del campesinado y los pueblos indios y una de las alas radicales de la Revolución democrático-burguesa. El gobierno de López Obrador busca institucionalizar ese acontecimiento para así integrar a Zapata al panteón de la Unidad Nacional. Pero es también conocido que López Obrador reivindica como uno sus prohombres a Madero.
Cuando se trataba de derrocar a la dictadura porfirista, instalada por más de tres décadas, todas las fuerzas opositoras reconocieron la jefatura de Francisco I, Madero, pero una vez que llegó a la presidencia de la República, el ejercicio gubernamental demostró que no expresaba un cambio social, y empezaron las inconformidades, pues eran necesarios cambios profundos para dejar atrás el México Bárbaro, donde la tierra estaba concentrada en un puñado de hacendados y las condiciones laborales de la clase obrera eran asfixiantes, grandes problemas nacionales exigían soluciones radicales y no la salida moderada de Madero, que buscaba cambiar todo sin cambiar nada. Y una de las fuerzas que confrontó a Madero fue la del zapatismo, y Madero envío al ejército a combatirlo.
Los revolucionarios surianos fueron condenados, inclusive por otras fuerzas revolucionarias que pensaban que había que darle algún tiempo a Madero, pero proclamaron el Plan de Ayala para derrocarlo… y así como nuestras armas las levantamos para elevarlo al Poder, ahora las volvemos contra él por faltar a sus compromisos con el pueblo mexicano y haber traicionado la revolución iniciada por él: no somos personalistas, somos partidarios de los principios y no de los hombres.
Desconocer las profundas contradicciones entre Madero y Zapata y buscar integrarlos en una sola visión significa traicionar los ideales revolucionarios del zapatismo.
Que López Obrador elija a Madero y que deje en paz a Zapata. Porque a López Obrador igual que a Madero, las fuerzas revolucionarias y rebeldes del presente le confrontan, y las que aún están dudosas, poco a poco verán a que intereses representa.
Insistimos, no hay que olvidar, el Plan de Ayala fue proclamado el 28 de Noviembre de 1911, y fue contra Madero, cuando este era ya presidente, porque la lucha no era solo contra la dictadura sino contra los pusilánimes que prometen cambios y terminan impidiéndolos.
Reivindicar y buscar institucionalizar el zapatismo mientras se impulsa el Proyecto Integral Morelos, las ZEE, el Tren Maya, el T-MEC, los acerca más a Guajardo aunque proclamen que 2019 es el año de Emiliano Zapata. López Obrador forma filas con los que ejecutaron a Zapata aquel 10 de abril de 1919.
Pável Blanco Cabrera. Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de México