En el sector de comercio alimentación se da uno de los ejemplos más claros de lo que es la doble opresión de las mujeres trabajadoras. Un sector altamente feminizado, con trabajos muy precarios y con unas consecuencias para la vida de las plantillas que trabajan en este sector que podemos calificar como muy graves.
La jornada laboral de las plantillas que trabajan en este sector es, normalmente, una jornada parcial, con salarios bajos y condiciones de trabajo muy precarias. Esto ha provocado el año pasado conflictos en Bizkaia, Gipuzkoa y Asturias, por la mejora de sus condiciones laborales y por la dignidad en el trabajo. En total podemos hablar de cerca de una docena de días de huelga. Tiendas con poco personal, llegando incluso a cerrar las tiendas un solo trabajador por la noche, salarios bajos y un clima laboral que hace que enfermen por el estrés, el acoso laboral y el alto ritmo de trabajo, ha sacado a la calle a la huelga a la plantilla de esta empresa.
Además de todo esto, este tipo de trabajos tiene varias consecuencias muy graves. Un trabajador que tiene una jornada de 20 ó 30 horas a la semana, no va a tener prestación de jubilación, puesto que no va a llegar a los años que se necesitan para cobrarla.
Y es precisamente a estos trabajadores, a los que quieren aplicar un ERE de extinción para dejar en la calle a un máximo de 2100 trabajadores y trabajadoras. Y este ERE llega, precisamente, después de que la dirección se aumente un 18% sus salarios, por aquella máxima que es tan conocida en España, que dice “mejor me lo gasto yo, que tú lo vas a derrochar”. Y en medio, además, de una guerra por el control de la compañía. La misma semana en la que se hacía público el ERE, LetterOne, sociedad controlada por el inversor ruso Mikhail Fridman, ha lanzado una OPA sobre la compañía por 0,67 euros el título. Y por otro lado, el consejo de administración (dirigido por Borja de la Cierva) baraja la posibilidad de una ampliación de 600 millones, asegurada por la entidad financiera estadounidense Morgan Stanley. Una vez más, la clase obrera en medio de los tejemanejes de los cuatreros económicos.
Resulta francamente insultante que una compañía plantee que sobra personal, cuando ha sido la política económica que ha aplicado, la que ha llevado a esa empresa a esta situación. Y como no han tenido suficiente, quieren aplicar las mismas recetas que les han llevado aquí y además cargando las consecuencias de su negligencia y su voracidad económica en las espaldas de su plantilla. Es más que evidente que quien sobra y debería irse a la calle es el accionariado y la dirección de la empresa. Los trabajadores y trabajadoras de Supermercados Día, con su profesionalidad y su buen hacer, pueden hacer perfectamente lo que sus jefes no han sabido hacer. Llevar adelante una empresa.
Porque no hay nada que se ponga más en evidencia en una crisis o un conflicto, que el hecho de que todos esos monopolios que nos gobiernan no saben gestionar las empresas, su plan no nos incluye y lo peor de todo, nos niegan los beneficios y nos cargan las pérdidas económicas. Ya va siendo hora de dar un paso al frente y hacer las cosas bien. Si el capital no sabe gestionar, es hora de hacer un país que lo gestionemos quienes si sabemos cómo se hace: la clase obrera de este país.