¿La misma crónica de siempre sobre la situación en Palestina?

Sí, podría parecerlo. Podría ser el típico artículo con una estructura muy definida, donde figurasen datos de civiles asesinados o heridos por balas, tanques, misiles o drones,  algunos de fabricación española. Podría ser la crónica habitual donde intentamos analizar las causas reales de un conflicto y por qué se producen ciertos movimientos en función de los intereses de los distintos agentes que actúan o colaboran con un genocidio. Podríamos escribir un texto cuyo título fuese algo así como «De nuevo tenemos que volver a hablar de Israel» o «Palestina: historia de un genocidio». Podríamos limitarnos a dedicar 1.000 palabras a la denuncia del papel cómplice de nuestro Gobierno muy y mucho progresista en el derramamiento de sangre. Un artículo que trata por enésima vez un tema recurrente, en definitiva, que por repetición no deja de perder importancia pero sí genera cansancio. No se malinterprete: se hablará de todo ello, por supuesto, pero la realidad obliga a ir mucho más allá y a dar un aviso final a nuestros lectores.

Porque sí, aún hay mucho que tratar. Desde la última vez que esta cuestión apareció en nuestra prensa, ha sucedido mucho. Ya se conoce, por ejemplo, el fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) ante el caso presentado por Sudáfrica contra Israel por genocidio: se ordenó al Estado sionista abstenerse de cometer actos tipificados en la Convención del genocidio aprobada por la ONU en 1948, además de castigar la incitación del genocidio, tomar medidas para garantizar la ayuda humanitaria y para evitar la destrucción de pruebas, y por último realizar un informe indicando el cumplimiento de las medidas a finales de febrero.

Se conocen, además, las reacciones de los gestores del capitalismo israelí. Lo primero que dijo «Bibi» Netanyahu, Primer Ministro israelí, es indicar de forma educada que el tribunal –calificado de «antisemita»– pretendía hacer con los judíos lo mismo que hicieron los nazis: imponerles una «marca de vergüenza». El ministro de seguridad nacional israelí, por su parte, llamó directamente a ignorar la sentencia de la CIJ. Desde entonces, políticos, soldados, colonos e incluso civiles lucen con más orgullo que nunca su bandera y exhiben por redes sociales y sin tapujos crímenes de guerra contra población inocente. El Estado genocida de Israel nos muestra una vez más las limitaciones de apelar al Derecho Internacional como forma de resolver los conflictos armados que provocan los imperialistas.

No volvemos a la Franja de Gaza, sino que nos trasladamos a Europa, donde otros países buscan ganarse también puntos a favor. Está cobrando fuerza la propuesta del Gobierno español de trabajar «codo con codo» con los Gobiernos de Noruega e Irlanda a favor de «la causa palestina», que concretan en el reconocimiento del Estado palestino, reconocimiento que también pretende hacer Eslovenia. Nuestros lectores han tenido oportunidad de ver en muchas ocasiones el modus operandi de este nuestro Gobierno progresista, que es el de las palabras vacías, el de vender una cosa que luego es otra muy diferente y el de la cosmética a alto nivel. Se anuncia que se va a reconocer al Estado palestino, pero no se concreta fecha; se dice que se va a establecer una embajada española en Palestina, pero que se va a instalar en Ramala y no en Jerusalén por el «espinoso estatus» de dicha ciudad –contexto: Israel quiere quedarse con la parte de Jerusalén que pertenece al Estado palestino y España no desea contrariar ese hecho–; se habla de que han triplicado la ayuda humanitaria a Gaza mientras vemos material español en manos de las fuerzas de ocupación israelíes. La actitud del Gobierno español es la de pretender curar al agredido mientras le da un puñal al agresor. Es una actitud hipócrita y, por supuesto, la de un cómplice de la agresión. Desde Nuevo Rumbo no podemos más que denunciar –de nuevo– el papel vergonzoso del Estado español.

Ahora sí, volvamos a Oriente Medio. Israel, lejos de bombardear a Palestina, también ha actuado contra todos sus países vecinos, e incluso contra los que no lo son, atacando la embajada de la República Islámica de Irán en Damasco (Siria). Todo ello ha desencadenado respuestas, principalmente del grupo libanés Hezbolá y, especialmente, de la teocracia iraní, que envió cerca de 200 drones y en torno a un centenar y medio de misiles a territorio israelí. En respuesta a la respuesta, Israel ha devuelto otro ataque y, a la hora de escribir estas líneas, ya hay promesas del Gobierno iraní de una represalia «inmediata y de máximo nivel». Este nuevo frente se suma a la situación del Mar Rojo –ya analizada con anterioridad en NR– y es un paso más en la generalización de la guerra en Oriente Medio, y que no es más que otra expresión de la lucha entre los principales bloques imperialistas: el de EE.UU., la UE y sus aliados, por un lado, y el de Rusia y China, con los suyos, por el otro.

En 2017, lo que hoy es el PCTE ya situaba en su Congreso que «el imperialismo sitúa de nuevo a la Humanidad ante el riesgo de una guerra imperialista generalizada, ante el riesgo de una nueva guerra mundial», una tesis que se reafirmó en el Manifiesto-Programa, donde se situaba que «a pesar de la paz en abstracto que predican gran parte de las fuerzas burguesas, el peligro de un enfrentamiento bélico generalizado aumenta cada día». En ambas ocasiones, además, se señalaba el papel responsable de los gobiernos españoles a la hora de arrastrar a nuestro país al centro de las guerras imperialistas, por su integración en uno de los bloques y el uso de nuestro territorio para operaciones militares.

En 2024, puede afirmarse sin ningún tipo de dudas que nuestros análisis eran –y siguen siendo– correctos. Este artículo no es la misma crónica de siempre sobre la situación en Palestina, porque todo lo que está sucediendo nos obliga a hacerte una pregunta, estimado lector: cuando el centro asociado a la OTAN más cercano a tu casa se convierta en un objetivo militar y tu barrio comience a parecerse al amasijo de ladrillos y hormigón que es hoy Gaza, ¿vas a organizarte para sacarnos de la guerra o no vas a hacer nada?

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